viernes, 12 de octubre de 2007

Ética y Psicoanálisis

La autonomía humana y la razón han ocasionado, desde el principio de los tiempos, un problema en el hombre, una confusión moral en la que este ha quedado sin la guía de la revelación ni de la razón.

Las ideas de la Ilustración enseñaron al hombre que podía confiar en su propia razón como guía para establecer normas éticas válidas y que puede depender de sí mismo sin necesitar de la revelación ni de la autoridad de la Iglesia para saber lo que es bueno y malo.

Nuestro conocimiento de la naturaleza humana no conduce al relativismo ético, sino que nos lleva a la convicción de que las fuentes de las normas para una conducta ética, deben encontrarse en la propia naturaleza del hombre; que las normas morales se basan en las cualidades inherentes al hombre y que su violación origina una desintegración mental y emocional.

La estructura del carácter de la personalidad integrada y madura constituye la fuente y la base de la virtud, y que si el hombre ha de confiar en valores tendrá que conocerse a sí mismo y la capacidad de su naturaleza para la bondad y la productividad.

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